viernes, 16 de junio de 2017

La tendencia que nos llega

Este mes de junio aproveché mis vacaciones para visitar la cuna de la alimentación "basura", Nueva York y además de conocer una ciudad que siempre se te pasa por la cabeza alguna vez a la hora de decidir un destino, aproveché para observar las costumbres alimenticias que tienen y las que en un futuro no muy lejano terminará por invadirnos al 100% como no pongamos remedio, de hecho, ya forman parte de nuestro día a día en muchas personas que nos rodean.

La alimentación que pude comprobar es la de una persona que no tiene tiempo para dedicarle a la cocina o a la comida, y muchas de las veces la hace fuera de casa o de camino al trabajo mientras camina por las calles.

Una especie de plaga de carritos de comida basura (hamburguesas, perritos calientes, burritos, refrescos, etc...) inundaba las calles, y no era fácil evitar este tipo de imposiciones que te hacía la misma ciudad, ya que si querías algo diferente costaba mucho encontrarlo o tenías que
estar dispuesto a dejarte una buena cantidad de dinero.
Los refrescos por su parte, parecen reinventarse para proporcionar una variedad más amplia de la que no puedas escapar si estás deseando dejarlos, porque siempre te quedará el decir.... este no lo he probado.

Lo curioso de todo esto, es que lo que para nosotros es una comida basura, para ellos es su alimentación habitual, y el precio puede oscilar sobre los 16 dólares (aproximadamente igual en euros) por una hamburguesa, unas papas fritas y un refresco.

Aquí, en España, todavía hay sitios donde por 6-10 euros puedes comer un primer plato, segundo plato, postre, pan y bebida, y entre ellos alguna ensalada, y lo sé porque alguna vez que otra hago uso de ello y sinceramente, aquí se come de lujo, y uno no se da cuenta hasta que sale a otros países.

Uno de los detalles que pude observar es que los obesos abundaban por la ciudad, pero parecía que con más incidencia en la raza negra, algo curioso, ya que tienen una mayor facilidad para desarrollar la masa muscular y por lo tanto tener el metabolismo basal más elevado, lo que me llevó a pensar que posiblemente tuviera gran importancia su tipo de vida o su nivel económico y/o social, así que empecé a observar el tipo de trabajo que llevaban.

Tras la observación me fui a datos sacados del Center for Disease Control and Prevención donde nos dice esto:

Non-Hispanic blacks have the highest age-adjusted rates of obesity (48.1%) followed by Hispanics (42.5%), non-Hispanic whites (34.5%), and non-Hispanic Asians (11.7%). Obesity is higher among middle age adults age 40-59 years (40.2%) and older adults age 60 and over (37.0%) than among younger adults age 20–39 (32.3%).

A modo de traducción resumida de la parte que estamos tratando: la población de raza negra no hispana, tiene la mayor prevalencia de obesidad (48,1%), mientras que los blancos no hispanos tienen catorce puntos menos (34,5%).

Aunque existe una gran integración de las razas en Nueva York, si es cierto que los trabajos en los que pude observar a las personas de raza negra eran trabajos de conductores de transportes, sector servicios, o sector construcción, y quizá los ingresos no son tan altos como para permitirse una ensalada por el módico precio de 12 dólares, o tal vez la cultura o educación que han recibido no les lleve a declinarse por esta opción.

Mis conclusiones sobre este tema sólo están basadas en la observación y el posterior análisis, pero me invita a pensar que extrapolando este tipo de observaciones, comparándolas con la obesidad que padecemos en Canarias, y viendo que las costumbres americanas terminan por aterrizar y asentarse en nuestra tierra con gran facilidad, el futuro que nos espera en los próximos 10 años no parece ir a mejor a menos que le pongamos remedio.

Un dato a tener en cuenta y que me gustó mucho, es que las comidas "basura" en los establecimientos tienen puesto en el cartel la cantidad de Kcal que tienen cada uno de los alimentos, lo que hace que si sabes cuantas Kcal debes ingerir diariamente puedas poner algún tipo de control. Una pequeña ayuda al menos, pero es algo que habrá que analizar en profundidad para ver si sirve de algo.

En esta foto se puede ver como las hamburguesas rara vez bajan de 600 kcal, a lo que habría que añadir las kcal de las papas fritas y las del refresco o/y el batido. Podríamos estar hablando de unas 1500 kcal de una sola sentada y si encima, algún día que otro, cenan lo mismo, ya hablamos de 3000 kcal, sin contar con el desayuno y la merienda.
Si una persona habitualmente necesita entre 1500 y 2500 kcal para su día a día, nos encontramos que en muchos de los casos, superan o incluso duplican la cantidad de kcal/día que necesita.

Espero que no lleguemos a esto ya que a la hora de vendernos sus costumbres se olvidan de decirnos cuales son las consecuencias que ellos mismos están sufriendo. Mantengamos nuestra dieta mediterránea, ha demostrado tras el paso de los años que sigue siendo la mejor manera de cuidar nuestra salud.

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